17 de abril de 2013

El nacionalismo a debate

Alberto Luque

A lo largo y ancho de este blog se han planteado y discutido muchos aspectos del nacionalismo separatista que lo retratan como una ideología esencialmente irracional e incivil. Enumeremos sintéticamente los más destacados:
(1) Su fundamentación mítica, basada en falacias históricas y anacronismos y en toda suerte de instancias etnicistas y espiritualistas.
(2) La índole alucinatoria, irritante, del concepto etnicista de nación, y la más aberrante aún que asocia la idea de nación a la lengua (lo que no sólo tiene que ver con una incomprensión de la idea de nación política, sino peor aún, con un concepto esencialista, místico y garrulo de la lengua).
(3) Su carácter civilmente irresponsable, deletéreo, enemigo del derecho.
(4) Su papel de apantallamiento ideológico, de desviación de la atención a los problemas verdaderos, de orden socioeconómico.
(5) La incompatibilidad del nacionalismo con la sociología científica que anima el marxismo, o en términos más prácticos, la falaz y absurda amalgama de socialismo y nacionalismo.
(6) La ambigüedad imbele del federalismo como solución de compromiso entre el delirio independentista y la solidaridad orgánica de la nación española.

13 de abril de 2013

Arte, belleza, sensibilidad…

Palmira López

Hace un tiempo, compartía conversación con un querido amigo mío sobre la fascinación que provoca cierta música, la pasión que puede contagiarnos, y la agitación a la que puede inducirnos, hasta el punto de poder llegar a perturbar nuestro ánimo. Decíamos entonces que cuando oímos una pieza musical que nos ha cautivado, nos referimos a una sensación que agrada a los sentidos y que, normalmente, de manera natural, la explicamos asociándola con lo bello porque nos parece tiene que ver con la perfección, lo ordenado y lo armónico. Por otra parte, comentábamos que no tenemos la necesidad de saber técnicamente qué o cuál cosa tiene que ver con el logro de su belleza, sino que más bien experimentamos esa emoción de acuerdo a cómo percibimos esa realidad que nos conmueve.

3 de abril de 2013

De la inteligencia (2) (Del ajedrez, la paradoja y la inteligencia en la ficción literaria)

Alberto Luque

Gautama (Buda) abandonando su hogar [relieve hallado
en Gandhara; c. s. ii a.C., Calcuta, Museo Indio].
De tanto en tanto se nos presenta la preciosa ocasión de apreciar en la literatura científica verdaderas expresiones del talento artístico. Los escritos de Freud, por ejemplo, son en mi opinión un magnífico monumento de literatura pura. Eugenio Trías los comparaba con las buenas novelas de intriga y las películas de Hitchcock. El afamado neurólogo Viktor von Weizsäcker se refirió a su estilo como una notable excepción a la deplorable decadencia en que había entrado la escritura de textos científicos en alemán —y que podemos generalizar al resto de las lenguas, como una marca de época—, desde Goethe, Ranke y Humboldt, o todavía desde el impecable estilo de Helmholtz. «Su lenguaje —escribía Weizsäcker— ya no es clásico, pero va guiado por principios artísticos. Tales son: limitación rigurosa a las palabras esenciales; una cierta levedad etérea, una gracia que desdeña el énfasis y los superlativos; la conservación de la lógica inherente a nuestra cultura; la huida de metáforas y adornos; el equilibrio entre la objetividad científica y la humana subjetividad; el yo del autor se trasparenta siempre a través de la honestidad de la exposición…» (Cit. por Juan Rof Carballo en la introducción a su inmejorable traducción de las Obras completas de Freud en 3 vol. [Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, t. i, p. xvi].)