6 de diciembre de 2014

El círculo, la elipse y el regulador: En defensa de Podemos

Alberto Luque

Pierre Gassendi decía que uno debía guardar lo que ha escrito durante 30 años antes de ofrecerlo a la opinión pública, tras haberlo meditado y madurado. Él mismo no pudo cumplir su propio precepto, que quizá sólo era una forma de expresar, exageradamente, su acuerdo con Epicuro en llevar una vida clandestina. Yo también soy partidario de la vida latente epicúrea, sin exagerar. Es bueno pensar antes de hablar, pero no cuando esto significa cobardía, sino cuando significa honestidad intelectual, serenidad y temple. Lamentablemente, hoy en nuestro país nadie practica esta modalidad de la prudencia; lejos de meditarlo durante 30 años, se escupe lo que se siente en menos de 30 segundos. De modo que no existe ni verdadera reflexión ni verdadero diálogo. Este apremio indica un alineamiento perentorio, un estado de emergencia, de combate, y el lado positivo consiste en que revela una dilucidación de posiciones. Se está inmediatamente, incondicionalmente, enérgica y decididamente a favor o en contra de algo, lo que significa que ese algo no nos deja indiferentes. En este caso, ese algo entusiasmador es el «fenómeno» Podemos. El revuelo y la precipitación con que este partido es atacado es, pues, odioso intelectualmente, pero a la vez estimulante: nos empuja a tomar partido, nos obliga a escoger, y seguro que, bajo apremios tan rabiosos, muchos escogerán lo que más les perjudica. Hagámoslo, pues, sin demora, pero reflexivamente.