30 de septiembre de 2015

Lo ingenioso y lo juicioso (Podemos, España)

Alberto Luque

La reciente campaña electoral en Cataluña necesariamente ha tenido que parecer escandalosa y repugnante a muchos. Porque lo ha sido, de la cabeza a los pies. Ha sido, ante todo, una campaña ingeniosa. Una verdadera apoteosis de ingenio, lunatismo y extravagancia. Las ocurrencias de unos y otros —incontables y reiteradas hasta la náusea— han alcanzado, en efecto, las más altas cumbres históricas de lo ingenioso, que es —para Kant y para cualquiera que razone bien— lo opuesto a lo juicioso. Como habitualmente en este blog se plantean y se discuten temas de alto vuelo teórico, y además se hace de propósito también con método y filosofía, casi les parecerá a muchos —a veces a mí mismo— un error descender al fango oscuro del griterío mal llamado «político», que en nuestros días está más cerca de la verdulería, la superstición o la prensa amarilla que de la filosofía. Pidámosle a cualquier militante o dirigente de cualquier partido político, al azar, que tome algún libro de historia de las ideas políticas (el de Sabine, por ejemplo), y me juego el páncreas a que le produce algún brutal efecto somático: desorientación, vértigo, náuseas, escozor… o bien lo deja estupefacto e inquieto, al comprobar la insalvable sima que se abre entre su ignorancia, lo que él llama «política», y lo que significa realmente la política.