11 de mayo de 2012

‘Hay alternativas’


[DE: Alberto Luque]

Me ha llegado por tres vías diversas la noticia de este libro de Vicenç Navarro et al. que os reenvío. Dos de ellas son destinatarios de esta lista: Josep María Cuenca, que la tomó de La Lamentable (http://lamentable.org/?p=4456), y María José Vilalta, a quien llegó por medio de otros con el expreso deseo de que se propale.
He esperado a leerlo antes de reenviarlo (junto con otro de Galbraith sobre el crash del 29), para cerciorarme de que realmente podía ser importante, al menos desde mi propio punto de vista. Y sí, lo es. Es no sólo crítico y acertado, sino además muy divulgativo, muy sencillo, nada técnico.
Como veréis en la página de La Lamentable y en otros lugares de la Red, ese libro lo han puesto sus autores en el dominio público porque la editorial Aguilar finalmente rechazó su publicación. Una suerte, la verdad. A estas horas es posible que el libro haya llegado a muchísimos más lectores de los que habría alcanzado con una edición en papel.
Chomsky ha redactado el prólogo, en el que me ha conmovido ver dos especiales referencias:
(1) la idea de una “guerra de clases unilateral”, que ya en 1978 denunció el dirigente sindical estadounidense Douglas Fraser (p. 9), y
(2) la referencia al 15-M (p. 11).
En efecto, existe, siempre ha existido, una guerra de clases, farisaicamente negada por la burguesía; y es que en parte tienen (ahora) razón los capitalistas: no hay una auténtica lucha de clases, porque los pobres no están luchando contra los ricos, pero los ricos combaten permanentemente contra los pobres, por más pasivos o inofensivos que éstos se muestren. La guerra de clases es, pues, unilateral, como decía Fraser. Y esto es una anomalía incluso desde el punto de vista puramente natural: normalmente, cuando el enemigo claudica, ya no hace falta seguir machacándolo; pero hay enemigos implacables, y los nazis practicaron por deporte el exterminio de judíos aun cuando éstos se comportaron como borregos inofensivos, o quizá, con más intensidad, porque éstos se comportaron como borregos inofensivos. Cazar moscas debe de ser para muchos una actividad preferible a la más peligrosa de cazar leones.
Esta anómala asimetría de la lucha me hizo pensar un poco más en lo que Žižek comentaba acerca del valor especial de la valiente postura de Robespierre, debida simplemente a que él no temía morir, y en particular a la especie de comparación que hacía con Mao, a propósito de su postura frente a la amenaza de aniquilación total por guerra nuclear. Mientras que la URSS adoptó durante la guerra fría una postura de prudencia, volcándose diplomática y tácticamente en la lucha por el desarme, a Mao se la repamplinflaban los falsos argumentos intimidatorios. Es evidente que era preferible para la URSS no haber de dedicar tanto esfuerzo industrial a competir en la carrera armamentística, porque de ese modo podría haber elevado sensiblemente el nivel de vida de las masas, y generar así más adhesión social. Pero los argumentos esgrimidos en la palestra diplomática internacional no eran éstos (que habrían hecho sonreír a los imperialistas, que justamente querían eso, estrangular a su enemigo), sino el del peligro que una acumulación de armas de destrucción masiva suponía para la existencia misma de la humanidad. Pero ¿qué podía importarle a los escorpiones imperialistas la existencia de esa bondadosa rana llamada “humanidad”? Para ellos, ese argumento del peligro de extinción completa sólo tenía un valor intimidatorio. Es como cuando vienen a avasallarnos una pandilla de gánsters (como en Los siete magníficos), y la mejor estrategia que uno encuentra para afrontar la situación es no rebotarse, no armarse contra ellos, porque eso será peor, una escalada de violencia, etc., etc. A los gánsters les debe confortar esa lógica. Mao, en cambio, que como Robespierre no tenía miedo a morir (a diferencia de los judíos frente a los nazis), escogía el “mal peor”: si tenemos que desaparecer en una confrontación nuclear universal y definitiva, así sea; total, nada dura eternamente, y lo que en especial no quiero que dure es una vida en que se me ofende, se me humilla y se me intimida.
Lo que Mao planteaba respecto a la fanfarronada imperialista de la guerra nuclear total es lo que la población actual debería plantear frente al “argumento” disuasorio de que una política socialista causaría el hundimiento del sistema financiero. Precisamente, pues que se hunda. ¡Y a mí, qué! Ese sistema financiero no es algo que me produzca ninguna felicidad. Hace unos días me sorprendió (gratamente) oír de labios de una persona querida, pero cuyas ideas conservadoras y su moderación son casi innatas, afirmar que el escándalo de la “crisis financiera” y todo lo que acarrea es tal que habría que hacer borrón y cuenta nueva, así de claro, empezar de cero, destruirlo todo, absolutamente todas las bases de nuestra “civilización” y empezar de nuevo.
Me pregunto qué es lo que nos acobarda, lo que nos frena. ¿Por qué no somos tan valientes como Robespierre o Mao? ¿Por qué nos dejamos intimidar? ¿Por qué, como en el chiste del jorobado, sólo esperamos quedarnos al menos como estábamos? Somos todos unos pobres Hamlets atrapados en la obsesiva reflexión sobre el futuro, el sueño o la pesadilla de la muerte, la “conciencia que hace de todos unos cobardes”. Y así seguimos consintiendo, cada vez menos dosificadas, más brutales, unas cotas de crueldad intolerables que parecen siempre ocurrir lejos, en otra parte, esperando que no nos atrapen, para lo cual no hallamos mejor remedio que, como Charlot, cerrar los ojos para escondernos.
La otra referencia de Chomsky, al 15-M, me ha parecido también muy importante. Uno de los más grandes sabios mundiales, ciudadano del país más poderoso de la Tierra, no tiene mejor referente actual de resistencia que mencionar que el 15-M, un movimiento surgido casi casualmente en Madrid (ciudad que posiblemente algunos americanos no sabrán situar en el mapamundi), cuando aquí mismo, en España, se nos intenta persuadir de que ese movimiento no significa nada o no tiene ningún futuro.
He hecho cientos de anotaciones en el libro de Navarro, Torres y Garzón, sobre todo en relación con las doctrinas de Polanyi, Keynes y Galbraith. Las iré planteando a medida que tenga tiempo de ordenarlas. Creo que este libro puede ayudar mucho a tomar conciencia, a comprender, a discutir y a decidir. Y creo también que es importante propalarlo, enviarlo a otros conocidos mediante el correo-e.

[…]

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