[DE: José Ramón García]
Recuerdo el escándalo que hubo hace un par de años cuando alguien descubrió
que se habían “retocado” con el Fotoshop unas fotos de Sarkozy quitándole unos
michelines de encima. O sea, que aquí también trucamos fotos, aunque creo que
de una manera más sutil. De todas maneras, a veces la línea que separa la
mentira de la verdad es tan fina que sería difícil ponerse de acuerdo en qué es
falsear y qué no. Así, ¿es mentir teñirse el pelo o ponerse un poco de colorete
en la cara? ¿Es mentir llevar una ortopedia? Supongo que en última instancia lo
que debe contar a la hora de juzgar es la intención con que se hace algo, si se
pretende manipular a los demás con tal de conseguir algún propósito innoble o
no.
De todas maneras, la línea sigue siendo muy, pero que muy fina. ¿Qué decir
del famoso Enric Marco? ¿Recordáis? Aseguraba ser un superviviente de los
campos de concentración nazis, pero en realidad no había estado nunca en uno de
ellos. ¿Cómo tratar un caso así? Yo le oí hablar en varias ocasiones y ayudaba
a posicionar a los alumnos en contra de la intolerancia y el
nazismo. ¿Se puede comparar con los fraudes de la Banda de los 4?
¿Hasta dónde se puede mentir? Supongo que, como decía antes, en última
instancia lo que más debe de pesar en nuestro ánimo a la hora de juzgar es
discernir la moralidad de los motivos que sustenta la mentira, y el equilibrio
entre el daño causado y el bien logrado o perseguido.
De todas maneras, me declaro partidario de evitar la mentira en todas sus
posibles manifestaciones, aunque solo sea por estética, otra palabra mágica.
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