27 de diciembre de 2013

El espíritu de la risa

Alberto Luque

Frans Hals, Peeckelhaering [1628–1630,
óleo sobre lienzo, 75×62 cm,
Staatliche Kunstsammlungen, Kassel].
Todos los años son iguales, todos distintos… O bien: todos los hombres son iguales (no quizá frente a la ley, frente a la muerte seguro), y todos son distintos; todos los átomos son iguales, y también distintos… No pretendo iniciar aquí y ahora ningún curso de lógica dialéctica. Había pensado en proponer el tradicional ejercicio intelectual (o sentimental) típico de cada final de año consistente en rememorar y hacer balance de las experiencias vividas en el que acaba. Pero enseguida me he dado cuenta de que era más interesante reflexionar acerca de ese mismo ejercicio mental, acerca de lo que significa hacer balance, comparar lo esperado con lo logrado, recordar lo memorable, y también lo que olvidamos proseguir… ¿Por qué es esto más interesante que el simple y tradicional recuerdo y resumen del año? Pues porque es muy distinto lo que cada cual concibe como digno de rememorar, o mejor dicho, porque son inagotables los aspectos a juzgar y los fines con que cada cual lo hace. La dirección de un partido político, el jefe de estudios de una titulación universitaria, el contable de una empresa, un comisario de policía, un ama de casa, un estudiante… cada club, cada individuo, en cada rol o circunstancia, ha de llenar ese balance con unos contenidos y unos propósitos muy diversos, y lo único común es el carácter abstracto de la razón de ser de un balance.

19 de julio de 2013

Contar la historia hacia atrás (1)

Alberto Luque

Más de un historiador o filósofo se ha preguntado alguna vez si no se obtendría algún beneficio de ensayar un relato histórico invertido, desde el presente hacia el pasado. No tengo noticia de que tal empresa se haya llevado a cabo, ni fallida ni exitosamente. De entrada, la juzgo imposible. En cambio, sí se ha practicado esa inversión del tiempo narrativo en la fantasía literaria. Propongo examinar no sólo estrictamente qué posibles virtudes lógicas y pedagógicas tendría una historia contada al revés, sino también a qué aspectos filosóficos es obligado atender para que este divertimento intelectual sea algo más que hablar por hablar.

2 de junio de 2013

Un dudoso reciente auge del esoterismo en el arte

Alberto Luque

Vassily Kandinsky, Komposition VI (1913, 195×300 cm,
San Petersburgo, Museo Nacional de L’Ermitage)
En la discusión sobre el caso de Hilma af Klint propuesto por Vicenç Furió en la anterior entrada se ha planteado no sólo el problema de si la obra de esta artista merecía incorporarse con pleno derecho a la historia de los orígenes de la abstracción, sino también el problema de si esta incorporación afectará, positiva o negativamente, al perturbador papel que el esoterismo declarado juega en la fundamentación de la teoría de la vanguardia. Aunque casi nadie ha ignorado nunca las motivaciones místicas de muchos pintores contemporáneos —desde Kandinsky o Mondrian hasta Tàpies o Beuys—, lo corriente es no considerar esas motivaciones más que como una anecdótica anomalía. Es incómodo para cualquier historiador o crítico de mentalidad racionalista tener que admitir que la más vulgar superstición sea un factor de peso en la génesis del arte abstracto. Para resguardar la legitimidad intelectual de la vanguardia del letrón del oscurantismo místico, era necesario contemplar esas creencias espiritistas como simples caprichos personales, y como la tendencia a la abstracción también se da con la misma fuerza entre artistas que no las comparten, la estrategia de considerarlas irrelevantes no parece errónea ni arbitraria.

9 de mayo de 2013

Los inicios del arte abstracto, el MoMA y Hilma af Klint

Vicenç Furió

Inventing abstraction, 1910-1925:
How a radical idea changed modern art,
Nueva York, MoMA, 23 de diciembre
de 2012–15 de abril de 2013.
[Artículo originalmente publicado en catalán en el blog del Fòrum de les arts i del patrimoni el 5 de mayo: «Els inicis de l’art abstracte, el MoMA i Hilma af Klint».]

Antes de ver la exposición Inventing abstraction, 1910-1925: How a radical idea changed modern art, celebrada en el MoMA de Nueva York, entré en la conocida tienda de diseño que hay delante del museo, donde se venden toda clase de objetos que merecen estar allí por la calidad u originalidad de su diseño. Se hace difícil salir de la tienda sin comprar algo, porque hay muchos objetos originales y bien pensados, tanto desde el punto de vista estético como funcional. El rasgo común es el racionalismo, las formas limpias y geométricas, un cierto minimalismo sin apenas florituras decorativas. Este tipo de diseño, desde la Bauhaus a Ikea, ha triunfado en el mundo actual, y esto tiene mucho que ver con la revolución que supuso el arte abstracto.

2 de mayo de 2013

Notas acerca de Gabriel Tarde: En torno al capitalismo tardío

Alfonso Claudiano

Gabriel Tarde (1843-1904)
La recuperación de las teorías de Gabriel Tarde, corriente en los últimos tiempos bautizada como tardomanía, lejos de responder a un capricho extravagante, ofrece orientaciones fecundas para la comprensión de los mecanismos sociales que operan en el contexto del capitalismo tardío —el que hubiese correspondido al quinto ciclo de Kondratieff. Tarde cimienta las variaciones objetivas del valor en las fluctuaciones infinitesimales del campo intersubjetivo de los deseos y las creencias. El valor «consiste en el acuerdo de los juicios colectivos que hacemos sobre la aptitud de los objetos a ser más o menos, y por un mayor o menor número de personas, creídos, deseados o probados»[1]. De manera que la medición del valor abstrae una medida común, desde la aritmética política hasta los métodos más sofisticados de análisis de datos, reduciendo a magnitudes manejables determinados factores de los procesos afectivos,[2] que en su conjunto constituyen las fuerzas vivas de un espacio social a escala dividual.

17 de abril de 2013

El nacionalismo a debate

Alberto Luque

A lo largo y ancho de este blog se han planteado y discutido muchos aspectos del nacionalismo separatista que lo retratan como una ideología esencialmente irracional e incivil. Enumeremos sintéticamente los más destacados:
(1) Su fundamentación mítica, basada en falacias históricas y anacronismos y en toda suerte de instancias etnicistas y espiritualistas.
(2) La índole alucinatoria, irritante, del concepto etnicista de nación, y la más aberrante aún que asocia la idea de nación a la lengua (lo que no sólo tiene que ver con una incomprensión de la idea de nación política, sino peor aún, con un concepto esencialista, místico y garrulo de la lengua).
(3) Su carácter civilmente irresponsable, deletéreo, enemigo del derecho.
(4) Su papel de apantallamiento ideológico, de desviación de la atención a los problemas verdaderos, de orden socioeconómico.
(5) La incompatibilidad del nacionalismo con la sociología científica que anima el marxismo, o en términos más prácticos, la falaz y absurda amalgama de socialismo y nacionalismo.
(6) La ambigüedad imbele del federalismo como solución de compromiso entre el delirio independentista y la solidaridad orgánica de la nación española.

13 de abril de 2013

Arte, belleza, sensibilidad…

Palmira López

Hace un tiempo, compartía conversación con un querido amigo mío sobre la fascinación que provoca cierta música, la pasión que puede contagiarnos, y la agitación a la que puede inducirnos, hasta el punto de poder llegar a perturbar nuestro ánimo. Decíamos entonces que cuando oímos una pieza musical que nos ha cautivado, nos referimos a una sensación que agrada a los sentidos y que, normalmente, de manera natural, la explicamos asociándola con lo bello porque nos parece tiene que ver con la perfección, lo ordenado y lo armónico. Por otra parte, comentábamos que no tenemos la necesidad de saber técnicamente qué o cuál cosa tiene que ver con el logro de su belleza, sino que más bien experimentamos esa emoción de acuerdo a cómo percibimos esa realidad que nos conmueve.

3 de abril de 2013

De la inteligencia (2) (Del ajedrez, la paradoja y la inteligencia en la ficción literaria)

Alberto Luque

Gautama (Buda) abandonando su hogar [relieve hallado
en Gandhara; c. s. ii a.C., Calcuta, Museo Indio].
De tanto en tanto se nos presenta la preciosa ocasión de apreciar en la literatura científica verdaderas expresiones del talento artístico. Los escritos de Freud, por ejemplo, son en mi opinión un magnífico monumento de literatura pura. Eugenio Trías los comparaba con las buenas novelas de intriga y las películas de Hitchcock. El afamado neurólogo Viktor von Weizsäcker se refirió a su estilo como una notable excepción a la deplorable decadencia en que había entrado la escritura de textos científicos en alemán —y que podemos generalizar al resto de las lenguas, como una marca de época—, desde Goethe, Ranke y Humboldt, o todavía desde el impecable estilo de Helmholtz. «Su lenguaje —escribía Weizsäcker— ya no es clásico, pero va guiado por principios artísticos. Tales son: limitación rigurosa a las palabras esenciales; una cierta levedad etérea, una gracia que desdeña el énfasis y los superlativos; la conservación de la lógica inherente a nuestra cultura; la huida de metáforas y adornos; el equilibrio entre la objetividad científica y la humana subjetividad; el yo del autor se trasparenta siempre a través de la honestidad de la exposición…» (Cit. por Juan Rof Carballo en la introducción a su inmejorable traducción de las Obras completas de Freud en 3 vol. [Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, t. i, p. xvi].)

12 de marzo de 2013

De la inteligencia (1)

Alberto Luque

Oímos y leemos muy a menudo que Twitter, o la televisión, o los videojuegos, &c. nos «entontecen». Aunque posiblemente nos sentimos inclinados a compartir semejante juicio al 90%, a veces no podemos evitar la natural reacción que consiste en preguntarnos si quien dice tales cosas no es él mismo un tonto del culo. Como mínimo deberíamos preguntarnos si, al hablar de la inteligencia y la estupidez, estamos seguros de comprender del mismo modo y claramente lo que esos conceptos significan. La mayoría de las personas conciben la inteligencia, más o menos vagamente, como un conjunto muy amplio y casi indefinido de habilidades cognitivas y psicomotrices, y esto es como si en realidad tuviésemos que usar un plural, y hablar de muchos tipos de inteligencia. Pero esto supone desestimar lo más genuino de este concepto, que es la capacidad de comprender, y que por tanto encierra todo su contenido en el saber —que tampoco es, de entrada, un concepto diáfano ni simple.

8 de febrero de 2013

“Una estadística horripilante”: El suicidio como acusación

Alberto Luque

Sir John Everett Millais, Ophelia (1852).
He aquí una interesante nota publicada en Scientific American en 1863:
A shocking record. —The suicides in France now average ten a day; the number for the present century, thus far, is over three hundred thousand. Not a day passes in which a suicide may not be directly traced to want of success in life; to the false moralities inculcated by wicked or ignorant writers; to the failure of parents in obtaining a proper influence over their children; to unrestrained appetites and passions; and to the inability of multitudes “to get along in the world” prosperously, for want of thoroughness of preparation for their calling or station in life. —Hall’s Journal of Health. [Scientific American, t. viii, núm. 9 (28 de enero de 1863), p. 131.]

11 de enero de 2013

Fútbol, o De la complejidad de lo banal

Alberto Luque

Jugadores del Real Madrid —entonces Madrid CF—
en mayo de 1937, antes de comenzar un partido de
homenaje a la 21ª Brigada Mixta, en Chamartín.
Los antiguos griegos despreciaron el trabajo manual. Era inevitable, tratándose de una sociedad esclavista: el trabajo muscular era plebeyo. No por otra cosa, como apuntaba Marx, ni siquiera ese gigante del pensamiento que fue Aristóteles pudo descubrir cuál es la verdadera naturaleza del valor (de cambio) de las mercancías, pues no es otra que el trabajo (medio y socialmente necesario) invertido en su fabricación: “Aristóteles no podía descifrar por sí mismo, analizando la forma del valor, el hecho de que en la forma de los valores de las mercancías todos los trabajos se expresan como trabajo humano igual, y por tanto como equivalentes, porque la sociedad griega estaba basada en el trabajo de los esclavos y tenía por tanto como base natural la desigualdad entre los hombres y sus fuerzas de trabajo.” (El capital, t. i [1867], lib. i, cap. i.)